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La leyenda de la metamorfosis perpetua del príncipe ogro by Leo Maslah Lyrics

Genre: pop | Year: 1985

[Letra de "La leyenda de la metamorfosis perpetua del príncipe ogro"]

Hubo en un país lejano un horrible ogro malo
Feo, infame, codicioso, muy solemne, ruin, perverso
Maestro de magia negra
Que sabía por ejemplo métodos para cambiarse
En ratón o en elefante o culebra o protozoario
Pterodáctilo, espongiario o príncipe legendario
Rico, joven, elegante, radiante de gallardía
Y apenas se lo propuso sacó de un viejo baúl
Los ingredientes precisos
Y la auténtica receta para ser príncipe azul;
Se volvió fino, garboso, culto, sensible y apuesto
Y se fue en un largo viaje
Por países extranjeros y provincias nacionales
Y al brillo de sus ropajes, (él) repartía sus riquezas
Dando de comer al pobre, dando salud al enfermo
Trabajo al desocupado
Empleando sus ahorros en brindar pronto socorro
A una triste cantidad numerosa de morosos
En el pago de sus deudas;
Pero un día se excedió
En exóticos regalos para con sus allegados
Y tuvo que descuidar los salarios que pagaba
Y debió solicitar, por los créditos que daba
La mayor puntualidad en el pago de intereses

Empleados y deudores no fueron muy buenos jueces
De este cambio de conducta extraño a cualquier capricho
Rehén de las circunstancias por entonces imperantes
Y hubo riñas y disputas, Hubo odios, deshonores
Luchas, reivindicaciones, desilusión y rencores
Que crecieron hasta el punto que del príncipe
Presunto destilador de virtudes
Emanaron actitudes algo faltas de poesía
De buen gusto y cortesía;
Con ayuda de su espada y un ejército de fieles
Combatió muy duramente los desaires de su pueblo
Y una furia desalmada, al calor de las peleas
Le fue tiñendo el azul de su sangre de abolengo
Del color de los venenos
De la víbora esmeralda de la América del Sur

No contento con vencer y acallar los mil agravios
Que los labios insolentes de las impacientes turbas
De plebeyos pendencieros proferían contra él
Encontró muy placentero despojarlas de sus bienes
Y la mar de divertido juguetear con sus congojas
Festejar su suerte adversa y ver correr sangre roja
Gradualmente, de este modo
El príncipe fue volviendo a su forma original
De ogro mezquino, beodo, asqueroso, pervertido
Capaz de los peores males, ambicioso de poder
Sediento de cometer los pecados capitales
Pero con la habilidad que una vez había tenido
De poderse transformar
En lagarto, en mariposa, en crisálida, en babosa
En cangrejo, en musaraña, en araña, en petirrojo
En un piojo del Sahara o en lo que más le gustara;

Y así fue que decidió nuevamente, una mañana
Reconciliarse con Dios
Convertirse en hombre bueno
Ajeno a la perdición -de cualquier naturaleza-
Y volviendo a su pasado fue un ejemplo de entereza
Amante de la verdad, príncipe de sangre y alma
Paladín de la justicia, señor de la caridad
Fe de los desamparados
A quienes proporcionó de sus arcas personales
Y como retribución por algún que otro servicio
Medios de supervivencia
Hasta que, hasta que, hasta que, hasta que
Hasta que, hasta que, hasta que, hasta que
Hasta que, hasta que, hasta que, hasta que
Hasta que unos indeseables
Sembraron tanta cizaña por entre la servidumbre
Que ésta tuvo el mal antojo
De solicitar un día, más de lo que preveía
Como remuneración su alteza
Quien cegada por su enojo ante tal ingratitud
Armándose de firmeza
Marchó sobre la osadía de la infausta multitud
Sabiamente secundado
Por un cuerpo preparado para tales emergencias
Pero no se conformó con su victoria aplastante
No consideró bastante la triunfante mantención
Del primitivo nivel de sus dádivas mensuales
Y se le antojó menguarlas tan intempestivamente
Que hasta en la antigua Belén al viejo Matusalén
No le hubieran satisfecho más de media cebadura
Y se tomó tan a pecho tanta dura represalia
Que llenó con insurgentes las mazmorras del castillo
Encarcelando también en su fiebre revanchista
A unos cuantos "amarillos", completamente inocentes

A los sabios del palacio les pidió que por favor
No tuvieran resquemor en usar para sus pruebas
Como conejillos de indias, a su pueblo recluido

El príncipe, poseído por tan sórdida afición
Fue de a poco recobrando su primera condición
La de ogro repudiable, vicioso a más no poder
Sin escrúpulo en caer en villanas tentaciones
No teniendo más pasiones que la envidia, la lujuria
El oprobio, la avaricia, el estupro y la abdominia
No soñando por las noches más que con bajos ardides
Y las prácticas más viles, como el interés compuesto
Y el aumento en los impuestos, los impuestos, los impuestos

Pero el ogro retomó, como en sus mejores tiempos
La singular aptitud de tener un mecanismo
Para poder trabajar sobre su metabolismo
Transmutándose en tatú, en langosta, en escribano
En hipopótamo enano, en murciélago, en jaguar
En jurista, en canguro o en lo que tuviera en mente
Y así fue que felizmente
Recurriendo a los conjuros apropiados para el caso
Retornó en corto plazo a su forma más ilustre
Y desde el mejor balcón de su castillo lacustre
Fue la estrella vigilante de la dicha general
Servidor y protector de los más necesitados
Príncipe de la equidad, esperanza del dolor
Propulsor de la igualdad, ave de buenos presagios
Ruiseñor de la abundancia, defensor de los sufragios
Santo de fraternidad
Ángel de la libertad por los siglos del instante